lunes, 7 de mayo de 2012

La importancia de la lectura en los niños


Hay una labor familiar de preparación extremadamente importante antes de que los niños aprendan a leer, y de seguimiento, después. Aunque resulte increíble, se recomienda poner a los niños en contacto con la lectura a partir de un año aproximadamente. Hablamos de cuentos con grandes imágenes y poco texto, que se irán complicando y ampliando a la medida del “lector”. Merece la pena “perder” el tiempo con los niños leyéndoles y contándoles historias porque los efectos pueden ser muy positivos. A corto plazo esta actividad permite:

1. Enriquecer la relación adulto-niño.

En esta relación mágica, niño-adulto-libro, el padre, la madre son los encargados de maravillar a su hijo con el libro y de descubrirle el mundo sorprendente que guarda. Estos momentos de “lectura” son muy gratificantes, porque están, además, envueltos en afectividad.

2. Familiarizar al niño con los textos.

• Acostumbrándole al objeto: al niño le gusta imitar a sus padres.
• Mostrándole que los pequeños signos negros tienen un significado.
• Haciéndole experimentar la permanencia de la palabra escrita. Cuando llegue al colegio, la lectura le parecerá una actividad necesaria e interesante.

3. Ampliar y organizar el universo del niño.

Tanto las imágenes como los textos le ayudarán a:
• Conocer el mundo.
• Conocerse a sí mismo.
• Dominar el entorno real. Los textos le adelantarán, además, futuras experiencias.

4. Desarrollar las capacidades mentales del niño.

• Memoria. El niño podrá contar el cuento que le ha leído, siguiendo las imágenes.
• Lenguaje. A través de la lectura oída, el pequeño ampliará su vocabulario y aprenderá frases cada vez más complicadas.
• Capacidad de abstracción. El niño establece la relación entre los objetos que ha visto en la realidad y la representación de los mismos en las ilustraciones. Pasa, en consecuencia, a un nivel de abstracción.
• Imaginación. A partir de la imagen y del texto, el niño comienza a construir su propia representación, a crear una realidad en su mente.

Ideas que ayudan

• Un niño de siete años no digiere cualquier libro. Si no comprende lo que lee, no desarrollará una auténtica actividad de lector.
• El lector principiante necesita un texto a la medida de sus capacidades, adaptado a su sensibilidad, que tenga en cuenta su lenta progresión.
• La lectura-placer es un magnífico entrenamiento para entender y apreciar los libros de texto. Y los libros de texto sugieren aficiones y otras lecturas.
• Hay que dejar al niño elegir las lecturas. Si no termina un cuento, tal vez no sea por pereza o inconstancia, sencillamente se ha equivocado en la elección. Tendrá muchas oportunidades en su vida escolar y familiar para encontrar temas interesantes.
• Para acompañar a un lector que empieza, es preciso conocer sus gustos. Animales, brujas, la prehistoria… La propuesta debe ser amplia y variada. Si un niño está fascinado por un tema, decidirá voluntariamente detenerse en comprender el texto, ayudado por las imágenes.
• Al principio conviene seguir leyéndole los textos, porque su lectura es dificultosa y lenta y puede acabar cortando la comunicación.
• No se debe confundir la lectura escolar, que es un ejercicio de progresión, y la lectura-placer. En la lectura-placer se puede equivocar, interpretar mal el sentido. No importa. Él solo se corregirá.
• La cita periódica y puntual con la lectura-placer es muy positiva.
• Libros, revistas, cómics. La calidad es lo importante.

El que lee de niño…

Los especialistas en lectura están de acuerdo en que leer es un hábito, un placer, que difícilmente se adquiere en la edad adulta. Y que la afición a la lectura tiene muchas posibilidades de consolidarse cuando se ha despertado en la niñez. A veces escuchamos a los padres lamentarse: “a mi hijo no le gusta leer”. Y lo dicen con cierta inquietud. En realidad, hay muchas personas a las que no les gusta leer. Es una cuestión de temperamento, de intereses, de medio… Leer es una actividad contemplativa que necesita concentración, silencio, aislamiento, inmovilidad, exclusividad. Pero, a pesar de las excepciones, la afición a la lectura depende también de cómo se haya abordado la cuestión cuando los niños ya leen. Muchas veces se ha considerado que un niño sabe leer porque pronuncia una frase escrita. A los seis o siete años aproximadamente, comienza a utilizar un código, pero le hará falta tiempo para saber utilizarlo realmente. Porque saber leer es apropiarse del texto: elegir la lectura, leer rápidamente, ser capaz de servirse del texto para algo, hablar del mensaje, completarlo y ampliarlo con otras lecturas.

Recompensa

Leer demanda un esfuerzo y es preciso recibir una recompensa. Hay muchas formas de entrar en la lectura. Se lee para:
• Instruirse y aprender
• “Crecer”
• Pasar un buen rato
• Pensar y reflexionar
• Viajar
• Conocer otras formas de pensar
• Afirmar la personalidad
• Relajar tensiones
• Informarse…
Isabel García Olasolo

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